viernes, 22 de septiembre de 2006

Panamá América - 22/09/2006

La carretera Colombia – Panamá, otra vez

Nuestros vecinos colombianos no se rinden. Han anunciado la construcción de la carretera que unirá a su país con Panamá. Sus argumentos son sólidos, como lo explica un experto del tema que ha dedicado gran parte de su vida al impulso de la obra, el ingeniero Guillermo Gaviria Echeverría. Panamá y Colombia, al igual que otros países de América, tienen suscrito un tratado panamericano, en el que se compromete cada cual a construir su parte de una carretera que uniría a todo el Continente, lo que en parte sería pagado con fondos suministrados por Estados Unidos, además de establecer un régimen legal de libre tránsito, salvaguardando los controles de frontera.

Con esos fondos se pagó, en parte, la construcción de la carretera Interamericana en los años 60, que pasa por nuestro país desde la frontera con Costa Rica hacia el Darién, la cual está inconclusa. En buena parte, el Tapón del Darién resultaba entonces un obstáculo formidable, aunque también influyó en la detención de su construcción, el temor a la migración de la fiebre aftosa hacia el hemisferio Norte, proveniente de Suramérica.

Pese a todo, de mala gana y peor disposición, los gobiernos panameños han continuado la construcción, que llega hasta Yaviza, la cual está en muy mal estado. Desde ese punto a la frontera colombiana restan tan sólo 60 kilómetros. Los colombianos proyectan, precisamente llevar su carretera hasta allí, recorriendo 50 kilómetros desde Palo de Letras al borde de Darién.

Ante el anuncio, ANCON y otras organizaciones ecologistas nacionales y extranjeras, han reiterado su oposición a la carretera, con sus consabidos argumentos conservacionistas. Los colombianos los han confrontado esta vez con nuevos razonamientos. En esencia, traen en el bolsillo una nueva tecnología, consistente en llevar su carretera encima de la selva, montada sobre puentes y pilotes, bajo la cual la vida silvestre y las aguas fluirían imperturbables.

Fuera de eso, arguyen que ya no hay aftosa en Colombia, ni en Venezuela, porque el Amazonas sirve como un tapón mil veces más extenso y efectivo que el Darién, para impedir el paso de cualquier brote que surja en Uruguay, Argentina, Brasil y Chile, donde el mal está totalmente controlado por la vacunación, al punto que su carne se exporta a Europa, donde los controles sanitarios son tanto o más rigurosos que en Estados Unidos. Cada vez está más cercano el momento de hacer frente al dilema objetivamente.

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