jueves, 17 de marzo de 2005

Panamá América - 17/03/2005

Editorial
La carretera del Presidente Uribe
El mandatario colombiano Alvaro Uribe, no desaprovecha ocasión para reiterar su interés de estrechar lazos de integración económica y física con Panamá. Lo primero, a través de proyectos de inversión concretos como la interconexión eléctrica y el gasoducto; y lo segundo, mediante una hipotética carretera que comunicaría a ambas naciones entre sí y al mismo tiempo a Panamá con América del Sur.

Todo pareciera indicar que, en nuestro país, no hay mayor reparo a las pretensiones del presidente Uribe, salvo en lo concerniente a la carretera. Su colega panameño se lo ha comunicado en reiteradas ocasiones, pero el vecino insiste. Las reservas panameñas son de índole fundamentalmente ecológicas y estratégicas.

Por un lado, organizaciones ecologistas nacionales y extranjeras han advertido que una carretera sería el principio del fin de la selva darienita, que alberga una extraordinaria variedad de especies vegetales y animales, a más del riesgo de diseminación de fiebre aftosa en el sur, que ha sido, hasta ahora, detenida por el Tapón del Darién . Y por el otro, se teme que la carretera sea aprovechada por inmigrantes ilegales e indeseables, incluyendo a la guerrilla colombiana para ingresar a nuestro país.

De ambas reservas, la que más pesa es la ecológica, por más que se plantee construir la carretera por la costa, pegada a la playa. El otro, el estratégico, pierde fuerza ante la realidad de un Tapón totalmente permeable, surcado por centenares de caminos por donde fluye de ida y retorno una creciente migración ilegal e intercambio de bienes.

A la larga, no obstante, lo más probable es que el interés de integración comercial entre los dos grandes bloques continentales, del norte y el sur, nos haga ceder a la carretera, en la misma forma que un día fue abierta la cintura del Istmo para construir el Canal.